XVIII Dichoso aquél, Horacio, que huye del mundanal ruido (y del tráfico y del smog) y, lejos de los negocios de la poesía, se dedica (como aconseja Voltaire) a cultivar su jardín. Y a hacer el amor a una mujer morena, y a desayunar frutas con té de menta, y a practicar yoga al atardecer, y a ver, tras la ventana azul, el mar que siempre nace y nunca muere.
XIX Te robé un poema, Omar, que tú te habías robado. Impugnat plagiario pudorem… gritan mis enemigos y me quieren cobrar el copyright. Te recuerdo, amigo mío, el viejo refrán: Ladrón que roba a ladrón cien poemas de perdón. Te pido, también, una disculpa aunque sé que no te molestará mi fechoría; –y a tu padre (Ezra) tampoco le hubiera molestado.
Arturo Dávila (1958)
Sátiras.
Hiperión, Madrid, 2017
Un poema al día, para que quienes puedan se lo pongan encima y lo atesoren en la memoria.
Miguel Ángel Porrúa, editor; Academia Mexicana de la Lengua; Creadores Eméritos FONCA.