I Es un azogue contra la punta de los árboles y las colinas contra el agua estancada y el camaleón sobre la piedra. La vista se humilla ante la mañana. Al cenit las brevas y el eucalipto se duelen de ese tajo inmóvil. El resguardo es una imprecación buscando la tregua.
II Aguda llama contra el día. Traza un círculo el ave y se detiene incendia el árbol con su aleteo: es un trino que gravita en los ojos. Lanza su fulgor contra la devastación del cielo y se ahoga en la lejanía.
III Al filo de una luz decisiva suelta su despectivo murmullo. A golpes ciegos acuchilla los matorrales les remueve la entraña y pasa por los pómulos con su torva caricia. Perseguidor riguroso del viento el parco azul restaña el paisaje.
IV Ánimas enardecidas las tolvaneras. Los tordos son un incierto flagelo para el sol y la mirada se traba en el crepúsculo. Las nubes evaden a sus púrpuras de la noche y la noche irritable se lanza al acoso.
V Aires de encurtidos y mosto. Leche fermentada y cera. Uva enjuta para el vino. Las especias acendradas. El cerdo criado para envinagrarlo. El buey sacrificado para la ternera y la fruta frágil en los almíbares. Norias que vibran con el sosiego del día y la luna total.
Alejandro Sandoval (1957)
La llama y el torrente
El Tucán de Virginia,
México, 2000
Un poema al día, para que quienes puedan se lo pongan encima y lo atesoren en la memoria. Selección de Felipe Garrido.
Miguel Ángel Porrúa, editor; Academia Mexicana de la Lengua; Creadores Eméritos FONCA.